lunes, 24 de febrero de 2014

Capítulo 3


Al día siguiente Ali, Nata y yo fuimos a la discoteca Apolo. Mis amigas se negaron a que viniera Álvaro, ya que era una “noche de chicas”. Pero Nata le aseguró de que me iba a vigilar para que no hiciera ninguna “tontería”. Por la tarde las chicas me habían comprado un vestido precioso, sin dejarme pagarlo. Era blanco con un cinturón negro. Muy sencillo, y muy bonito. Entramos en la disco con nuestras respectivas entradas. Ali pronto empezó a hablar con un chico y nos quedamos Nata y yo junto a la barra. Cuando noté que el alcohol hacía efecto, dejé mi cerveza a un lado y salí a la pista. Empezó a sonar una canción de reggaetón y aunque no me agradaba, me puse a bailar con mucha energía. Estaba bailando con alguien, y ese alguien me cogió y me arrastró fuera de la pista, a un lugar con menos barullo. Miré a esos ojazos azules tan hipnotizantes que me recordaban a alguien... ¿A quién? Continué recorriendo con mi mirada su perfecta sonrisa, y luego su pelo rizado, a media melena, cobrizo... ¡Joder! ¡Era él! Pero si ya lo había olvidado... Me sonreía.

-¿Me recuerdas? -asentí, aún flipando.- Soy Carlos, ¿y tú?

-Cristina... Pero llámame Cris.

Seguía sonriente, regalándome una de sus mejores sonrisas, acogedoras, que te transmitían calor, ilusión, confianza, ganas de vivir... Era una de esas personas que con sólo verla, te alegraba el día entero, de esas que aunque no quisieras, involuntariamente sonreías, de esas que si sufría tu sufrías con ella, que si te caías se caía contigo... ¿Pero qué digo? Nunca dejaría que te cayeses.

-Encantada -sonreí-. Oye, me tengo que ir. Lo siento.

-Claro, no pasa nada. Adiós, Cris.

Busqué a Natascha con la mirada y la encontré hablando con un chico que parecía muy agradable. La cogí de la mano y me la llevé, un poco confusa. Luego divisé a Ali, liándose con uno. Muy típico de ella. La agarré con la mano que me quedaba libre y me la llevé a rastras, pataleando.

-Ali, nos vamos

-¡¿Qué?! Ni hablar.

-He dicho que nos vamos.

Debí dar miedo, porqué se calló. Miré la hora en el móvil, ya fuera del local. Las 3:46 de la madrugada.

-¡Mierda! -me lamenté- El metro ya ha cerrado.

-Os puedo llevar.

Me giré y contemplé al chico que había hablado.

-Carlos... -No quería que él me llevase, pero no nos podíamos quedar hasta las 6 que abriera el metro- Pues...

-Anda, vamos.

Nos llevó a un Citroën gris que estaba aparcado en la otra calle. Me subí en el asiento del copiloto, y Nata y Ali detrás. Estaban un poco sorprendidas, y empezaron a cuchichear. Le dije mi dirección y cómo llegar, y arrancamos.


Cerré la puerta de mi casa despacio, para que no se despertasen los vecinos. Le puse un Whatsapp a Álvaro, aunque su última conexión había sido a la una y veintiocho minutos. Me quité la ropa, la dejé encima de la silla y me acosté en ropa interior.

viernes, 14 de febrero de 2014

Capítulo 2

Un caluroso 14 de julio

Acababa de salir de la ducha cuando sonó la canción Mírame a los ojos de Green Valley. Cogí el móvil del lavabo de mármol y después de comprobar de que quien me llamaba era Álvaro, contesté.

-¡Álvaro!

-Hola princesa -me contestó-. ¿Qué tal la tarde?

-Muy aburrida...

-Pues te la voy a animar un poco.

-¿Ah, si? -me emocioné- ¿Qué me espera?

-Te espero yo a las diez en el parque.

-Allí estaré.

-Muy bien. Luce tu mejor vestido.

Colgué. Me vestí con mi mejor ropa: Ese vestido azul y blanco de Chanel que Álvaro me había regalado. Era precioso. Tenía dos tiras cruzadas en el pecho, azules, que se volvían a cruzar por la espalda y se ataban a la cintura. La falda del vestido empezaba con el mismo azul, pero iba haciendo un degradado hasta el borde, que se volvía blanco. El vestido me llegaba por las rodillas y me encantaba. Era fresquito, pero dejaba ver sólo lo suficiente. Me puse unos tacones de aguja azul cielo -era bajita, por lo que no me quedaban demasiado mal-, con un bolso del mismo color, pero con correas blancas. En el baño me hice mi mejor peinado: Una trenza de raíz que me recorría toda la cabeza, del lado derecho hasta el izquierdo, la raya en un lado y todo el pelo que quedaba suelto, liso, ondulado por las puntas. Estaba perfecta. Metí lo necesario en mi bolso y salí de casa. En diez minutos estaba en el Parque del Retiro. Recorrí el camino de tierra, giré a la izquierda, luego a la derecha... y ya estaba. Un banco escondido entre unos altos árboles, cerca de un riachuelo. Era sumamente impresionante. Pero en ese día, en ese momento, en esa décima de segundo, aún lo era más.


Una semana y algo antes

Caminábamos de la mano a la sombra de ese caluroso tres de julio. Entonces Álvaro empezó a correr a una velocidad de vértigo, y yo, enganchada a su mano, le seguía. Me llené de barro mis sandalias negras, pero mereció la pena. Llegamos a un banco precioso, rodeado de árboles y de enredaderas, en una mini-pradera repleta de azucenas amarillas. Me cogió una mano, y la otra la apoyó en mi espalda. Me acercó a él y en ese instante se paró el tiempo. Su olor, su respiración, su tacto, su mirada... Todo. Y me besó. Mi primer beso con él. No pude saber cuánto tiempo estuvimos así, y creo que nunca lo sabré. Le agarraba muy fuerte, creo que, con la intención de pegarme a él y no separarme jamás. Pero no debía funcionar, porque nos acabamos separando.
Desde entonces, era nuestro banco. Nuestro lugar. Nuestro, y sólo nuestro.



Un caluroso 14 de julio

Esa vez era todavía mejor. Estaba todo decorado con velitas, y había un mantelito en el suelo con un montón de comida riquísima, hecha por Álvaro. Era precioso. Me acerqué a él y lo besé, y él, respondió el beso.

-¡Sorpresa!

-¡Wow! Álvaro, es impresionante.

Entonces me miró con un brillo en los ojos, un brillo de niño pequeño, un niño pequeño con una de esas piruletas enormes de colores que salen en los dibujos animados. Y entonces, sus ojos marrones, tan comunes, me parecieron los más bonitos del mundo. Íncreibles, inigualables, únicos. Especiales.

-¿Te gusta?

-¿Bromeas? ¡Me encanta!

Y me cogió, y me volvió a besar, y nos quedamos así, abrazados, yo apoyada sobre su pecho, escuchando su corazón, o tal vez, el mío, robado y guardado dentro de él. Y esa noche fue mágica. Comimos todo -hasta reventar-, jugamos, bailamos, gritamos, saltamos, corrimos y nos abrazamos.

viernes, 7 de febrero de 2014

Capítulo 1

-Cuenta, ¿cómo es?
-¿Álvaro? La perfección. Ojos marrones, pelo corto, a juego con sus ojos... Uff...
-Estás loca -Dedujo Alicia-. Muy, muy loca.
Solté una carcajada.
-¿Loca? Sí Ali, loca de amor.
-Cris, definitivamente, estás fatal.
-¡Já! Pura envidia.
Pero tenía razón. Estaba loca, y yo lo sabía. Aún había cosas del sábado de las cuáles Ali no tenía ni idea.
-¿Envidia? ¿Envidia? -Ali se empezó a reír. Se lo tenía que decir.- ¿Envidia de qué? ¿De que Natascha te consiguiera una cita a ciegas con un tío que pasaba por la calle?
-Pues sí. Oye Ali... Hay cosas que no sabes del sábado -Abrió los ojos como platos. Me coloqué el pelo hacia el lado izquierdo.- Hubo... Otro chico
-¿Qué? ¿Te liaste con dos en una tarde?
-¡No, no, no! Déjame explicártelo.
-Adelante.
Entonces recordé
-Pues...Álvaro y yo comimos en el restaurante al que me trajo Nata. Yo me levanté para ir al baño y retocarme, y cuando salí me choqué con un camarero regordito...
-¡Espera! ¿Te fuiste a retocar? ¡Ese Álvaro tiene que ser muy guapo! Y eso al parecer te afecta... Tú, en ocasiones muy importantes la raya, un poco de rímel, brillo de labios y... ¡Listo!
-Sí, y tú raya, rímel, coloretes, sombra, pintalabios, base...
-¡Vale, ya! -Me cortó- Que te enrollas Cris...
-Bueno, pues que se me cayó todo el neceser por el suelo, me agaché y cuando levanté la mirada me encontré con unos ojos azules a tres centímetros de mí, con una sonrisa preciosa, el pelo cobrizo, rizado, a media melena... Y entonces me ayudó a recoger y a levantarme, y se fue con una sonrisa. Yo estaba tan atónita que no le di ni las gracias. Le miré hasta que llegó a su mesa, donde estaba sentados un grupo de chicos y chicas. Me quedé paralizada hasta que Álvaro me llamó la atención. Terminamos de comer y fuimos al Parque del Retiro. El chico de los ojos azules y su grupo ya se habían ido del local. Mientras paseábamos por el parque, vimos una fuente y nos acercamos para beber agua. Cuando terminé de beber vi que a unos metros estaba el mismo grupito que en el restaurante. Busqué al chico que tanto había captado mi atención y lo vi allí, sentado, mirándome y sonriendo. Me saludó y consiguió arrancarme una sonrisa que ni yo sabía que tenía entre mis labios. Ese camarero regordito, por muy mala mirada asesina que me echase al chocarme con él, me había hecho la más feliz. Álvaro y yo seguimos paseando, y como me preguntó por el chico sin nombre, le conté el suceso del restaurante. Y bueno... El resto ya lo conoces.
Alici estaba más sorprendida aún.
-Resumiendo, ibas a una cita a ciegas y te encuentras con dos, y te quedas pillada por ambos tíos. Cris, eres la bomba. Oye, ¿qué te parece si llamo a Nata, y quedamos en el Burguer king? Tengo hambre, y me ha dicho Laura que la nueva hamburguesa está buenísima.
-Por mí bien
-Perfecto, la voy a llamar -hizo una pausa y tras revisar su smartphone exclamó-. Mierda,¡no tengo saldo!
-Anda, ya la llamo yo.
Saqué mi Samsung Galaxy 3 y busqué la N. Después de cuatro bips mi amiga descolgó y yo puse el altavoz.
-¡Cris! -Se escuchó al otro lado- ¿Qué tal?
-¡Muy bien! Oye, Ali y yo vamos al Burger. ¿Te vienes?
-¡Claro! Pero no mucho, que le he dicho a mis padres que hoy cuidaba de mi hermano Sergio.
-Ok, pues nos vemos allí.
Colgué. Tenía la costumbre de hacerlo sin despedirme.
-¡Nata!
-¡Cris!
-Nos abrazamos y nos dimos dos besos.
-¿Hola? -Se hizo notar Ali- ¿Yo también existo?
-¡Hola Ali! -Contestó Natascha, mientras se daban dos besos.- ¿Cómo estás?
-Hambrienta
Las tres nos reímos.
-Bueno Cris -Nata se dirigió hacia mí-, ¿me vas a contar lo del sábado?
-Claro -Respondí-, pero primero vamos a la cola a pedir, que yo también tengo hambre.
Unos días antes
-¡Cris! -Vino entusiasmada Nata hacia mí- Te he preparado una cita.
-¿Qué? ¿Con quién?
-Ahh... ¡Sorpresa!
-¿Y cómo la has conseguido?
-¿Recuerdas que estudio periodismo? -Asentí- Bien, pues estoy de prácticas en un programa, que se trata de ir preguntando a gente de la calle que si quiere una cita a ciegas, y luego se grab la cita y lo que ocurre en ella.
-¡¿Queeé?! ¡Estás loca!
-Sí, pero mola. - Y con una sonrisilla traviesa añadió- Mañana voy a buscarte a la una y media. ¡Ponte guapa!